Hoy comienza el mes de mayo. Es el mes que la Iglesia universal dedica a la Madre de Dios, la Bienaventurada siempre Virgen María. Es un tiempo propicio para renovar el amor que todos los bautizados debemos profesar por la que Dios se eligió desde toda la eternidad para ser la Madre de Cristo, la Madre del Verbo Encarnado, para redención del género humano. Dios quiso nacer y crecer al calor de una madre humana, como María, y ser cuidado por Ella, y por eso se la creó para Él.

Vivamos este mes de mayo de la mano de María, muy unidos a ella.

En nuestra parroquia tendremos diariamente un acto de veneración en honor de María Santísima, a la que mostraremos nuestro amor en la querida y venerada imagen de la Virgen de la Alegría, de la Virgen de la Luz, o nuestra Madre de los Desamparados.

En el plan de salvación, la Santísima Virgen María ocupa un lugar muy especial, único. En virtud de su maternidad y por lo méritos de su Hijo, fue concebida inmaculada, y por fidelidad a su Hijo, ha sido coronada como Reina del Cielo y de la Tierra. Por eso, no hay santidad sin María, porque toda Ella lleva a Cristo. No se puede alcanzar a Cristo, si no es a través de María. Es así como Dios lo ha querido.

¡Cómo no dedicar un tiempo a conocerla mejor, a tratar con Ella, que conoció, amó y vivió siempre especialmente unida a Jesús como nadie en la tierra! Y que ama a cada uno de sus hijos, los hombres, con cariño y ternura semejantes. La Iglesia, en su sabiduría, pide en consecuencia que sus hijos estén pendientes de la Madre y sean agradecidos por todos sus cuidados.

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Acércate a María en oración, con los textos de
La Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia

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