#SanBartolomeySE Preparémonos para comulgar dignamente
Los fieles vemos por fin en el horizonte que se va a poder restablecer poco a poco el culto público. ¡Cuántas ganas tenemos todos de poder asistir a la Santa Misa y de comulgar!
Sin duda, lo necesitamos como el comer… Y, si algo positivo podemos sacar de la falta de sacramentos durante estos dos meses de confinamiento, es que hemos aprendido a valorarlos y desearlos mucho más.
No olvidemos que, si nosotros estamos deseando poder acercarnos físicamente a Jesús, Él lo está deseando mucho más. Pues el Señor goza inmensamente cuando estamos en su presencia y cuando puede entrar en nuestro interior.
Necesitamos confesarnos
Pero para poder recibir dignamente el Cuerpo de Cristo, tenemos que prepararnos. Han sido dos meses largos, probablemente sin la confesión sacramental, y sometidos a una presión importante. El Señor es el primero que comprende nuestra debilidad, y por eso, está deseoso de derramar su misericordia sobre nosotros.
Recordemos que, si hemos realizado en estos días un acto de contrición perfecta, en el mismo nos propusimos confesar en cuanto fuera posible. Es conveniente, pues, confesarnos antes de acercarnos a la comunión.
Honda reflexión de nuestro vicario parroquial
No puedo contener mi alegría. Estoy deseando que llegue el próximo lunes 11. Tendremos que mantener las medidas de seguridad y ser muy prudentes, claro.
(D. Miguel, vicario parroquial)
Qué cosas principales espera Dios de ti cuando se abra la iglesia:
– Una buena confesión
– Una buena comunión
– Un buen rato de oración
Vete directo al sacerdote y pídele la confesión.
Viste tu alma con traje de gala.
Acércate después al altar, al Santo Sacrificio del Señor.
Participa como nunca lo has hecho. Responde con fuerza. Que te oiga el Cielo y la Tierra.
Al comulgar, hazlo como si fuera el día de tu Primera Comunión. «Tengo a Dios en mí» dí con el Santo Pastorcito de Fatima.
Acompaña a Jesús todo el tiempo que tengas disponible. Dedica largos ratos a estar con Él.
Estos días nos hemos dado cuenta de la necesidad que tenemos de Dios, de sus Sacramentos.
Que no le hagamos esperar de nuevo.
¡Ánimo, que ya falta muy poco!