San Pedro y san Pablo

El próximo miércoles día 29 celebraremos la solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Hace justamente un año me encontraba concelebrando con el papa Francisco en la Basílica de San Pedro, en Roma, y cuando finalizó la celebración de la Santa Misa me entregó el palio de arzobispo metropolitano de Sevilla. Allí nos recalcó que el palio es un signo de unidad con Pedro que nos recuerda la misión del pastor que da su vida por el rebaño. Últimamente nos llegan noticias sobre sus dificultades de salud, que le han llevado a posponer el viaje a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur. No se arredra el Papa por estos problemas, sino que los afronta con fortaleza y sentido del humor.

A raíz de estas noticias he recordado una anécdota de sus tiempos de juventud. En torno a los veinte años, el joven Jorge Mario estuvo muy enfermo de los pulmones. Le diagnosticaron una pulmonía grave. Cuando su estado fue controlado y pasó un tiempo prudencial, tuvo que ser sometido a una extirpación de la parte superior del pulmón derecho. Él mismo explicó en un libro-entrevista que le molestaban las frases hechas que muchos le repetían en las visitas, como “ánimo, esto va a pasar” o “qué bonito será cuando vuelvas a casa”. Hasta que una visitante fue más allá de los tópicos habituales y, en definitiva, fue la que realmente le reconfortó. Era una religiosa a la que siempre había recordado desde que le había preparado para recibir la primera comunión, la hermana Dolores. “Me dijo algo que me quedó muy grabado y que me dio mucha paz: “Estás imitando a Jesús” evocó el entonces cardenal Bergoglio a los dos periodistas que le entrevistaban y que añaden en el libro que publicaron sobre él: “No hizo falta que el cardenal nos aclarara que estas palabras de la religiosa fueron, para él, una lección excelente de cómo hacer frente cristianamente al dolor”.

Y es que todo intento por soportar el dolor dará resultados insuficientes si no se fundamenta en la trascendencia, en el misterio de Cristo, afirma el Papa a sus interlocutores. Y añade: “Ante el dolor lo que la gente necesita es saber que alguien le acompaña, que respeta su silencio y que reza para que Dios entre en ese espacio que es pura soledad. Ante una vida que se apaga, yo enmudezco. Lo único que me sale es quedarme callado y, si tengo confianza, cogerle la mano”.

En el Día del Papa, pienso que lo mejor que podemos hacer es tener muy presente al Santo Padre Francisco. Sobre todohemos de rezar por él, algo que él nos pide con mucha frecuencia. La oración es la fuerza principal de la Iglesia en todos los sentidos. En la oración recibimos el impulso para superar los obstáculos que se presentan en el camino de la vida; por la oración nos mantenemos en comunión con Dios y con los hermanos. Hoy pedimos especialmente para que el Señor le asista en su ministerio petrino, que consiste en confirmar a los hermanos en la fe, presidirlos en la caridad, mantenerlos en la unidad.

También es necesario que le acompañemos con nuestra comprensión y cariño y que mantengamos vivos los vínculos de comunión y fidelidad. El papa Francisco tiene un programa amplio y profundo de reforma de la Iglesia, desde la Curia Romana hasta las relaciones con las diócesis de todo el mundo. También tiene un proyecto de reforma de la vida cristiana de todo el Pueblo de Dios. Lo ponen de relieve los sínodos que ha convocado sobre la familia, sobre los jóvenes, y especialmente sobre “una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. El Santo Padre tiene ante sí una misión inmensa y profunda. Pidamos al Señor que le conceda la luz y la fuerza necesarias para llevarla a cabo, para guiar a la Iglesia en estos momentos de la historia.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

 

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