La Iglesia es Madre, y como tal sale al encuentro de las necesidades espirituales y materiales de sus hijos.
Cáritas parroquial es el fiel reflejo de esta solicitud amorosa y al mismo tiempo bien organizada de la Iglesia. No se limita a dar repuesta a las principales demandas provocadas por la crisis (alimentación, vivienda, acceso al empleo…). Más allá, su tarea consiste en hacerse cercana a las personas, reivindicar su dignidad, buscar con ellos respuestas a sus necesidades y descubrir sus potencialidades.
Es además una oportunidad de compromiso y solidaridad para las personas que se implican participando en los equipos o con aportaciones económicas.
Finalmente, pretende ser un espacio de coordinación con otras entidades generando, con ellas y con la sociedad, una red de ayuda, promoción y sensibilización.
«“Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): «Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo» (Catecismo Romano 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1, 3)».
Catecismo de la Iglesia Católica, 952