Todas las semanas, los sacerdotes llevan la sagrada comunión a los enfermos impedidos que lo deseen. ¡Qué gran regalo es para ellos poder recibir al mismo Señor en su casa, como lo hicieron Marta, María y Lázaro en Betania! Y qué alegría para Jesús acercarse a aquellos que no pueden desplazarse hasta la iglesia para darles la paz, la alegría y la fuerza que necesitan en su enfermedad o en su ancianidad.
Aquellos que estén interesados o que sepan de alguien que pudiera estarlo, rogamos lo indiquen en el Despacho parroquial.